¡NI UNA MAS! ANTE EL FEMINICIDIO DE MAFER

Esta tarde como ya lo habían anticipado, cientos de personas todas vestidas y vestidos de blanco salieron de Avenida Morelos al Zócalo de Cuernavaca para pedir un freno a la violencia que vive el estado y el esclarecimiento del feminicidio de Mafer

Con lonas, pancartas y rosas de varios colores en las manos, la columna de manifestantes camino de forma tranquila, sin dejar de mostrar su indignación por el feminicidio de Mafer, por la Avenida Morelos, tomar calle Hidalgo y llegar al Zócalo Capitalino.

Ahí realizaron la lectura de un pronunciamiento que petición de los participantes dejaremos de forma integra.

Pronunciamiento

Si un día no vuelvo a casa

– si un día desaparezco

o me encuentran muerta -, 

no llores mi muerte, madre mía. 

Pero te pido que tomes la fuerza de mis abuelas 

y busques justicia 

para todas las mujeres asesinadas (…)

Si un día no vuelvo a casa, 

no olvides que nos encontraremos

en otro amanecer. 

Susi Bentzulul 

¿Quién tiene el derecho de arrebatar la vida?, ¿quién se sabe impune frente al dolor y la indignación de esta honda e incomprensible ausencia?, ¿dónde se repara la esperanza?, ¿dónde las semillas de alegre amanecer?, ¿dónde, cuándo, para quiénes, la certeza de dignidad, justicia, paz, libertad?

Estamos aquí para honrar la vida y la memoria de Mafer, para unir en un canto colectivo las voces que exigimos justicia, verdad y no repetición. Estamos aquí por todas las que nos han arrebatado y que fueron mujeres con historias y sueños. 

Mafer quería hacer música medicina. Con su canto acompañaba a los guardianes de los bosques, a las guardianas de la palabra y al movimiento feminista; se sabía entre hermanas. Como artista plástica honró en sus lienzos la siembra de las mujeres, la libertad de sus cuerpos y la potencia de sus luchas. 

Mafer acostumbraba ritualizar sus días. Era parte de grupos de danza medicinal. Acompañó con su arte y creatividad la defensa de los derechos de la niñez, la lucha de pueblos originarios, la defensa de la tierra. Ella caminó en este mundo convencida de que la paz debía ser para todas y todos, muestra de ello son las voces que lloran su ausencia: cerca de 200 firmas de distintos colectivos y organizaciones, así como más de 800 firmas individuales de quienes conocen el trabajo de Mafer en distintas luchas o de quienes coincidieron con ella, representadas en el pronunciamiento en el que se señala al estado de Morelos como un Estado feminicida. En el que por segundo año consecutivo, cerca de 100 mujeres han sido asesinadas.

Al Estado y sus autoridades les seguimos cuestionando ¿cómo podrán reparar el dolor de las familias que les sobreviven a estas mujeres?, ¿qué nuevas estrategias utilizarán para eliminar la violencia contra las mujeres?, ¿qué lucha institucional darán para lograr que la vida cotidiana de cada mujer cambie y podamos estar seguras? ¿cómo podrán mirar a los ojos a sus hijas, a sus esposas, a sus hermanas y decirles que esto no va sucederles a ellas?

En este territorio las personas se están quitando la mordaza que impone el miedo para salir a la calle y señalar las negligencias que le cuestan la vida a nuestras madres, hijas, hermanas y amigas. 

Honrando a Mafer y a todas las mujeres víctimas de feminicidio, a sus familias y a las sobrevivientes nos hemos reunido hoy para que por medio de arte, el reclamo de justicia se convierta en digna rabia, para que no nos gane la desesperanza y dejar en la memoria de todas y todos que en Morelos se lucha por la vida digna y la seguridad de las mujeres. 

El arte es nuestra alternativa para la construcción de la paz, nos da posibilidad de analizar la realidad y reinterpretarla, con el arte nos damos la oportunidad de construir un espacio colectivo en el que se visibilizan los impactos de la inseguridad, las violencias e injusticias que vivimos en este Estado. Somos un país con un gran patrimonio cultural y éste nos da la posibilidad para impulsar nuestro espíritu vital que rechaza el miedo, manteniendo la confianza en el tejido colectivo apegado a los usos y costumbres de los rituales de nuestras culturas ancestrales. 

Exigir justicia se siente tan insuficiente ante tanta podredumbre de la violencia del Estado que nuevamente nos urge a reencontrarnos y arar nuevos caminos.

Por tal razón, hacemos un llamado a todas las madres, las hijas y las nietas de las mujeres asesinadas, desaparecidas y sobrevivientes de violencia en México a zurcir nuestro dolor, nuestra rabia, nuestra tristeza, nuestra ansiedad, nuestra herida abierta de perder una hermana y perder una parte de nosotras mismas con ellas, para tejer la esperanza que requerimos para seguir este camino tan difícil hasta llegar a la justicia, pero sobre todo para exigir nuestro derecho humano a estar vivas y ser felices, pues no es posible “tanto amor y no poder nada contra la muerte” como lo decía el poeta César Vallejo. 

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