CORAZÓN DE MUJER: PROPAGANDA DISFRAZADA DE APOYO

#EnLaOpiniónDe Jessica Ortega.- Hablar de empoderamiento o de mejorar la calidad de vida de las mujeres no es entregar 560 pesos cada dos meses. Es escuchar, entender y construir soluciones reales con y para las mujeres.

Reconozco que 560 pesos bimestrales, acompañados de descuentos en laboratorios, farmacias o actividades culturales, pueden significar un respiro momentáneo para muchas mujeres de entre 55 y 59 años y eso no se desestima.

Pero también hay que decirlo con claridad, esto no transforma vidas ni garantiza autonomía.

Aunque el programa Corazón de Mujer nace desde una Secretaría que “trabaja para fortalecer el poder de las mujeres”, entregar esa cantidad no resuelve los problemas estructurales que enfrentan muchas mujeres a esa edad como la precariedad laboral, el trabajo doméstico no remunerado, la falta de acceso a servicios de salud y la ausencia de pensiones.

Empoderar no es dar una tarjeta. Empoderar es garantizar derechos, acceso a servicios, salud, seguridad y condiciones para que las mujeres vivan con dignidad e independencia.

Llamar a esto una estrategia de fortalecimiento resulta, en el mejor de los casos, insuficiente y en el peor, una simulación que evita enfrentar las verdaderas causas de la desigualdad.

La tarjeta incluye convenios con cafeterías, ópticas y restaurantes que ofrecen descuentos en postres, tés o cafés. ¿Eso en qué empodera a una mujer? ¿Qué problema estructural resuelve? ¿Qué autonomía garantiza?

Además, la mayoría de estos negocios se concentran en Cuernavaca. ¿Qué pasa con las mujeres que viven en comunidades rurales o alejadas donde ni siquiera hay cobertura bancaria o esos comercios?

No se trata solo del monto que equivale a menos de 10 pesos al día, también importa el mensaje que se manda. Reducir el apoyo a descuentos en productos de consumo urbano desconoce completamente la realidad de miles de mujeres.

Y ni siquiera se puede disponer del recurso. La tarjeta no permite retirar efectivo y solo se puede usar en establecimientos con terminal bancaria. Las mujeres que no viven en zonas urbanas quedan fuera automáticamente.

Empoderar no es condicionar. Empoderar es garantizar salud, trabajo digno, libertad y seguridad para decidir.

Y cuando programas como Corazón de Mujer se presentan en eventos masivos y se celebran como grandes logros, se repite la constante de la Cuarta Transformación que ha convertido la política social en herramienta electoral.

Las mujeres de Morelos no merecen asistencias simbólicas. Merecen justicia, reconocimiento y políticas públicas que estén a la altura de su realidad.

La primer gobernadora mujer tiene la posibilidad de dignificar a las mujeres morelenses y dejar atrás el clientelismo electoral.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *