Transformaciones y Retos: Un Balance Crítico y Optimista del Primer Año de Sheinbaum

El saldo es un balance marcadamente positivo en política social y relación bilateral, pero aún tenemos retos estructurales y una exigencia de afinar la ruta reformista de cara a los siguientes años

#EnLaOpiniónDe Jorge Argüelles.- El primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum permitió observar una administración que, sin perder de vista el hilo conductor de la Cuarta Transformación, ha hecho ciertos virajes y ajustes para responder a una coyuntura política, económica y social compleja. El saldo es un balance marcadamente positivo en política social y relación bilateral, pero aún tenemos retos estructurales y una exigencia de afinar la ruta reformista de cara a los siguientes años.

Uno de los avances más notables está en la ampliación de la red de protección social, donde la innovación ha sido el enfoque explícito hacia mujeres y estudiantes, algo justo y socialmente correcto desde mi punto de vista. La creación de la Pensión Mujeres Bienestar para mexicanas de 60 a 64 años y la beca universal Rita Cetina para educación básica definen una agenda redistributiva. Más de un millón de mujeres ya reciben la pensión, con la meta de triplicar la cobertura antes de que termine el año fiscal. Esta apuesta, sumada a la continuidad de programas dirigidos a adultos mayores, personas con discapacidad y jóvenes, fortalece la arquitectura del bienestar, aunque la verdadera prueba estará en medir los impactos reales: permanencia escolar, inclusión financiera y movilidad social.


Hay que destacar los incrementos inéditos del gobierno en el gasto social -850 mil millones de pesos para 2025, según cifras oficiales- y la cobertura de más de 32 millones de familias. Estos números integran diversos padrones y habrá quienes en la oposición hagan señalamientos sobre las metodologías, lo cierto es que no se puede negar la intención social y política: blindar a los sectores más vulnerables y consolidar un colchón de ingresos en momentos de incertidumbre.

El activismo legislativo del primer año con 19 reformas constitucionales y cerca de 40 nuevas leyes en 12 meses, es la impronta de este gobierno. La más discutida, sin duda, es la reforma judicial con elección popular de jueces, magistrados y ministros, cuyo alcance institucional promete ser de alta trascendencia, aunque la oposicion quiera adelantar vísperas. Esta medida, guste o no, responde a una demanda social de mayor legitimidad y transparencia, aunque los críticos temen impactos negativos sobre los contrapesos democráticos y la independencia judicial. A esto hay que añadir la reforma a la Ley de Amparo, que limita el uso de suspensiones y redefine el interés legítimo, además de buscar detener los abusos litigiosos.

Hay que subrayar que el grueso de la bancada oficial reconoce -con una dosis de autocrítica- que la validación social de estos cambios dependerá de procesos electorales judiciales bien diseñados, salvaguardas para la independencia y evaluación abierta de resultados. Lo cual habla de un oficialismo consciente de la gradualidad en el fortalecimiento de las instituciones.

En materia de seguridad, el envío de criminales de alto perfil a Estados Unidos destacan en el balance político, enviando mensajes de capacidad y colaboración internacional, sin subordinación. El aseguramiento de armas y drogas, así como la desarticulación de laboratorios, muestran una estrategia de disrupción en las cadenas logísticas de la delincuencia organizada. Sin embargo, aún con reducciones en el promedio diario de homicidios y otros delitos de alto impacto, se debe seguir trabajando para que el esfuerzo sea homogéneo y suficiente en todas las regiones, para seguir disminuyendo no solo la percepción de inseguridad, sino la violencia en sí.

En cuanto a nuestra relación con Estados Unidos, aunque en el filo de las deportaciones masivas y amenazas arancelarias, la administración de la presidenta Sheinbaum ha apostado por un pragmatismo cauteloso: cooperación estrecha en migración y seguridad sin ceder soberanía, atención reforzada para mexicanos en el exterior y coordinación inédita para blindar el Mundial 2026, donde mi querido Morelos puede tener un papel importante. En este aspecto, las tensiones son ineludibles, pero hasta ahora han sido críticas, pero no han derivado en una crisis sin retorno.

La administración de la Dra. Sheinbaum ha logrado sostener un alto nivel de aprobación gracias a una estabilidad visible y tangible, expansión social y capacidad para maniobrar en el escenario internacional y de seguridad. No obstante, el desafío es hacer de las cifras alentadoras, transformaciones estructurales y duraderas. La ventana de oportunidad ya está abierta, pero requiere visión, apertura autocrítica y ejecución consistente para consolidar el segundo piso anhelado por millones de mexicanas y mexicanos.

Por último, como epílogo relevante para el contexto regional, cabe mencionar el primer año de gestión de Margarita González en Morelos. En este periodo, la administración destacó por un enfoque de orden y planeación financiera: se revisaron las finanzas estatales, se sanearon pasivos heredados y se mejoró la recaudación sin necesidad de elevar impuestos, lo que fortaleció la disciplina presupuestal. Además, de haber impulsado proyectos de infraestructura como el Circuito Tierra y Libertad, diseñados para detonar inversión y generar empleo local. El apoyó al campo con programas modernos de tecnificación y créditos productivos abrió un escenario distinto a los productores. Algo que destaca, es el hecho de que este gobierno puso énfasis en la transparencia y la rendición de cuentas, iniciando auditorías sobre desvíos previos y consolidando una administración más austera y eficiente. Un primer año, que ha sentado las bases y que promete mucho.

POR: JORGE ARGÜELLES VICTORERO

COLABORADOR

@JORGEARGUELLESV

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